VERSOS ESCOGIDOS DE ARCESIO ESCOBAR TORRES
Nos proponemos hacer una recopilación de los versos escritos por nuestro padre, abuelo ARCESIO ESCOBAR TORRES, que han sido guardados con gran veneración y cariño por sus hijos y nietos que vivieron a su lado en el municipio de Betulia, Departamento de Antioquia, donde disfrutaron de sus amenas tertulias en su hacienda LA SELVA de dicho municipio donde el viejo abuelo nos reunía amorosamente a su alrededor para contar chistes, anécdotas y peripecias de su existencia, donde hacía gala de una amena conversación matizada de fantásticas historias que todos escuchábamos con gran recogimiento aún cuando muchas veces con marcada incredulidad, pues se dejaba llevar dela inspiración y de la facilidad de expresión, donde la fantasía de sus relatos opacaba la realidad de la historia que no por esto dejaba de perder su interés y antes por el contrario la hacía más verosímil y agradable para satisfacción de su chicuelo auditorio.
Dada la abundancia de su inspiración no estará aquí recogido todo el acervo de su producción poética, pero en lo que recopilamos podrá apreciarse el amor entrañable por sus seres queridos: su madre, su padre, su esposa, sus hijos, sus nietos, sus amigos; el afecto y cariño por los animales domésticos como los perros y los gatos que siempre tuvo a su alrededor, y en síntesis un gran amor por la vida de la que disfrutó con holgura pero no exenta de amarguras y sin sabores que la rectitud de su conciencia hacía más protuberante el proceder de sus enemigos lo que abrió una brecha de amargura en su senectud, obligándolo a despedirse abruptamente de la vida a los 74 años de edad.
No fue un derrochador ni dadivoso con sus bienes de fortuna, pero en cambio su esposa Mercedes haciendo honor a su nombre, todo lo entregaba a manos llenas y sin recateo, no solo en su fantástico y amoroso hogar, sino entre sus semejantes, lo que provocaba la amistosa sorna de sus amigos, quienes le reclamaban por no ser desprendido y generoso, a lo que les replicaba con mucha lógica: “Si yo gasto y mi mujer regala, a qué punto vamos a parar”, “alguien tiene que atesorar y cuidar lo que el otro reparte”.
Era un gran creyente de las cosas divinas pero muy escéptico en religión, lo que heredamos muchos de sus nietos, seguramente por haberle tocado vivir en una época en que los agentes de Dios intervenían demasiado en la vida ciudadana, cuando las ideas políticas eran contrarias al sentimiento del pastor de almas, como podremos apreciarlo en el soneto DUDA.
La vena poética le venía por ancestro familiar, pues uno de sus parientes muy cercanos, Arcesio Escobar Piedrahita fue un notable escritor de costumbres, y poeta, muerto en plena juventud de fiebre amarilla en el año 1867 en el barco que lo transportaba de este país a Nueva York, como también sus otros parientes Antonio José Escobar Cano, su padrastro, y Ricardo Escobar Quijano, famosos copleros que amenizaban las tertulias y jolgorios en el municipio de Titiribí como lo hace constar el Dr. Antonio José Restrepo en su famoso CANCIONERO ANTIOQUEÑO.
Arcesio Escobar fue un ciudadano ejemplar, Jefe Político del Partido Liberal en el Suroeste Antioqueño y en varias ocasiones se le honró con una curul en la Asamblea Departamental, escaño que nunca ocupó, pues su demasiada modestia lo hacía alérgico a honores y distinciones, solo le interesaba servir a sus copartidarios y semejantes de forma patriótica y desinteresada; el don de su consejo siempre era oído y escuchado con respeto.
En el municipio de Betulia donde vivió toda su existencia, procreó numerosa familia, siendo muy apegado a su terruño y sus creencias, y solo se movilizaba a otros sitios por exigencias de sus negocios, pues como decía Don Marco Fidel Suárez “Las montañas y ríos de su patria le eran suficiente para calmar y satisfacer las inquietudes de su espíritu sin necesidad de dilatados horizontes”, los que sí llegó a conocer ampliamente a través de su estudio y la lectura.
Quienes crecimos a su lado, guiados por su ejemplo y mano tutelar tenemos un gran respeto por su memoria y en las tertulias de familia a las que nos ha tocado asistir siempre hay oportunidad de traer a cuento sus exageraciones, adivinanzas, cuentos, charadas y dichos con que a diario deleitaba a su delicioso auditorio, volviendo a revivir los recuerdos del pasado aquellas reminiscencias y graciosas historias que se fueron y nunca volverán dejando la gran soledad de la nostalgia.
Que el acopio de este ramillete de versos que hemos tratado de recoger haga perdurar para siempre el recuerdo del viejo abuelo a cuya memoria permanecemos ligados como dijera JUEAN JAURES: “desde el vaivén de las cunas hasta la inmovilidad de los sepulcros”.
ARTURO MEJÍA ESCOBAR.
Nos proponemos hacer una recopilación de los versos escritos por nuestro padre, abuelo ARCESIO ESCOBAR TORRES, que han sido guardados con gran veneración y cariño por sus hijos y nietos que vivieron a su lado en el municipio de Betulia, Departamento de Antioquia, donde disfrutaron de sus amenas tertulias en su hacienda LA SELVA de dicho municipio donde el viejo abuelo nos reunía amorosamente a su alrededor para contar chistes, anécdotas y peripecias de su existencia, donde hacía gala de una amena conversación matizada de fantásticas historias que todos escuchábamos con gran recogimiento aún cuando muchas veces con marcada incredulidad, pues se dejaba llevar dela inspiración y de la facilidad de expresión, donde la fantasía de sus relatos opacaba la realidad de la historia que no por esto dejaba de perder su interés y antes por el contrario la hacía más verosímil y agradable para satisfacción de su chicuelo auditorio.
Dada la abundancia de su inspiración no estará aquí recogido todo el acervo de su producción poética, pero en lo que recopilamos podrá apreciarse el amor entrañable por sus seres queridos: su madre, su padre, su esposa, sus hijos, sus nietos, sus amigos; el afecto y cariño por los animales domésticos como los perros y los gatos que siempre tuvo a su alrededor, y en síntesis un gran amor por la vida de la que disfrutó con holgura pero no exenta de amarguras y sin sabores que la rectitud de su conciencia hacía más protuberante el proceder de sus enemigos lo que abrió una brecha de amargura en su senectud, obligándolo a despedirse abruptamente de la vida a los 74 años de edad.
No fue un derrochador ni dadivoso con sus bienes de fortuna, pero en cambio su esposa Mercedes haciendo honor a su nombre, todo lo entregaba a manos llenas y sin recateo, no solo en su fantástico y amoroso hogar, sino entre sus semejantes, lo que provocaba la amistosa sorna de sus amigos, quienes le reclamaban por no ser desprendido y generoso, a lo que les replicaba con mucha lógica: “Si yo gasto y mi mujer regala, a qué punto vamos a parar”, “alguien tiene que atesorar y cuidar lo que el otro reparte”.
Era un gran creyente de las cosas divinas pero muy escéptico en religión, lo que heredamos muchos de sus nietos, seguramente por haberle tocado vivir en una época en que los agentes de Dios intervenían demasiado en la vida ciudadana, cuando las ideas políticas eran contrarias al sentimiento del pastor de almas, como podremos apreciarlo en el soneto DUDA.
La vena poética le venía por ancestro familiar, pues uno de sus parientes muy cercanos, Arcesio Escobar Piedrahita fue un notable escritor de costumbres, y poeta, muerto en plena juventud de fiebre amarilla en el año 1867 en el barco que lo transportaba de este país a Nueva York, como también sus otros parientes Antonio José Escobar Cano, su padrastro, y Ricardo Escobar Quijano, famosos copleros que amenizaban las tertulias y jolgorios en el municipio de Titiribí como lo hace constar el Dr. Antonio José Restrepo en su famoso CANCIONERO ANTIOQUEÑO.
Arcesio Escobar fue un ciudadano ejemplar, Jefe Político del Partido Liberal en el Suroeste Antioqueño y en varias ocasiones se le honró con una curul en la Asamblea Departamental, escaño que nunca ocupó, pues su demasiada modestia lo hacía alérgico a honores y distinciones, solo le interesaba servir a sus copartidarios y semejantes de forma patriótica y desinteresada; el don de su consejo siempre era oído y escuchado con respeto.
En el municipio de Betulia donde vivió toda su existencia, procreó numerosa familia, siendo muy apegado a su terruño y sus creencias, y solo se movilizaba a otros sitios por exigencias de sus negocios, pues como decía Don Marco Fidel Suárez “Las montañas y ríos de su patria le eran suficiente para calmar y satisfacer las inquietudes de su espíritu sin necesidad de dilatados horizontes”, los que sí llegó a conocer ampliamente a través de su estudio y la lectura.
Quienes crecimos a su lado, guiados por su ejemplo y mano tutelar tenemos un gran respeto por su memoria y en las tertulias de familia a las que nos ha tocado asistir siempre hay oportunidad de traer a cuento sus exageraciones, adivinanzas, cuentos, charadas y dichos con que a diario deleitaba a su delicioso auditorio, volviendo a revivir los recuerdos del pasado aquellas reminiscencias y graciosas historias que se fueron y nunca volverán dejando la gran soledad de la nostalgia.
Que el acopio de este ramillete de versos que hemos tratado de recoger haga perdurar para siempre el recuerdo del viejo abuelo a cuya memoria permanecemos ligados como dijera JUEAN JAURES: “desde el vaivén de las cunas hasta la inmovilidad de los sepulcros”.
ARTURO MEJÍA ESCOBAR.
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